el térmometro se rompió en su boca

el apretó la cápsula azul en sus dientes el día más frío de verano y se trago el jugo que minutos antes le había servido para medir la temperatura de su estado de ánimo. aquel instrumento médico decía que era feliz pero él no lo sentía, tampoco tenía nada para pensar lo contrario. Simplemente se negó a creerlo y se trago el mercurio.

Comentarios

Joana Abrines ha dicho que…
te quiero papá

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