próxima parada las margaritas

he entrado al vagón del tren y me he puesto a gritar, todas las personas han notado mi presencia, es más, les ha molestado mi presencia. Después del silencio el transporte público ha vuelto a su latido habitual pero, de repente, la mujer que estaba sentada a mi lado se ha cambiado de asiento. Me he sentido despreciado. He vuelto a gritar, y esta vez además describía la postura de los muertos del accidente. El vagón ha dejado de respirar de nuevo, no se movía aire entre los pasajeros. Los libros estaban abiertos sin ser leídos y los periódicos se doblaban por la mitad como símbolo de pausa, tal vez de vómito. Todos aquellos seres sentían miedo de mí, lo sé. Nadie me miraba a los ojos. No he dejado de gritar porque tampoco nadie se ha interesado por mí. Sólo tenía miedo, sólo eso.

buen viaje a todos.

Comentarios

Joana Abrines ha dicho que…
Era yo, tu pequeña hija, la que confiaba en la bondad de las personas que tú le decías: "si no vas alerta te faràn mal".

Alertándome siempre y ahora cambian los papeles. Todo, completamente todo es un juego de desequilibrios: siempre se ama a des_tiempo, se habla en mal momento y se escucha en oblicuo...

pero te quiero...

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