Fantasmas en la red

"The Social Network", la película del creador de facebook, dirigida por David Fincher

Ella dibujó la línea de su vida en facebook, su perfil tenía pocos años de antiguedad, 2 como mucho, pero publicó todo lo que había hecho en su día a día. Cuando murió pudieron rastrear lo que fue, lo que hizo y con quien lo hizo gracias al muro de sus lamentaciones. Compartió ideas y sentimientos con amigos a los que no vio nunca o con los que no habló jamás. Su padre le dijo que los amigos se cuentan con los dedos de una mano pero ella los contaba a pares, a decenas, a centenas, a millones. Confundió la amistad con la apariencia.


Publicó fotos personales, vídeos profesionales, estados de ánimo -algunos con más ficción y otros con mayor dosis de realidad-, compartió enlaces y conoció gente a través de la red. Se acercó a gente desconocida con los que únicamente compartía gustos, a sus familiares y a los familiares de sus familiares, a sus músicos predilectos, a sus poetas, a un jugador de fútbol, a sus compañeros de trabajo, a sus amigas de la universidad, a sus mejores profesores, a sus amigos de brasil, a los del instituto, a los del colegio, a sus exnovios, a sus exjefes e incluso a sus examigos. Se enganchó a la red social, invirtió horas de tiempo ocioso para darse a conocer. Ella que era una nativa digital nacida en los ochenta se enganchó desde el principio al facebook, al twitter, al blog, al flickr y al myspace, las nuevas medicinas de la vanidad. Lo hizo sin saber dónde se metía porque la realidad virtual supera la ficción. Alguien le dijo: "si quieres existir en el siglo XXI tienes que estar en la red, la nueva biblioteca universal" y se lo tomó al pie de la letra. Si los libros dejaban sitio a los e-books, las enciclopedias a la wikipedia, las revista y los periódicos a sus ediciones digitales, las columnas de opinión a los bloggs, las listas de reproducción al spotify, los zapping televisivos al youtube y el cine a pelisyonkis; ella dejaría su huella en su avatar.

El primero que le mostró la red social fue un amigo alemán, de los de verdad, que la invitó por mail a un nuevo lenguaje. Tardó unos días en entenderlo y tardó semanas en aceptar su invitación y hacerse un perfil. El principio fue un juego, un juego que más adelante la atrapó. ¿Individualismo o soberbia? Facebook es un gran pueblo donde todos los cotilleos pueden leerse, comentarse, compartirse y olvidarse, casi a la vez. Conocía gente reacia al social network y también gente enganchada. El día que murió quedó su perfil en la red como un fantasma. ¿Quién tenía ahora el poder de decisión para eliminarlo? Vivir en internet es compartir una gran mentira.

PD: Reflexión tras leer el último número de CaldodecultivoMGZ

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Molt bona editorial.

Per se teva revista editorial .....
mes endavant, com deim els mallorquins, el mon se va fer en mes de set dias .....

Una besada molt forta

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