Amor-es adúlteros

Las tres protagonistas de la última película de Woody Allen se enamoran de formas diferentes del mismo corazón sumergido bajo el mismo cuerpo. Y enamoran a sus observadores con palabras fugaces y diálogos ingeniosos. El director norteamericano representa una Barcelona adinerada, idealista e irreal pero divertida. Uno se entretiene viendo hacer todo aquello que no puede hacer por imposibilidad, por ausencia de necesidad o por moralidad. “Una película romántica con momentos divertidos y sin sangre”, asegura su director que olvida la última escena de fuego.

Los personajes viven marcados por la pasión. La turista lolita (Scarlett Johansson), la artista maniacodepresiva (Penélope Cruz), la peor amante y mejor amada (Rebecca Hall) y el hombre lobo, sensual, mordaz y educado (Javier Bardem). Tres protagonistas que se enamoran del mismo hombre y un hombre que se enamora de las tres protagonistas a la vez. Una historia de amor explicada siempre desde el mismo punto de vista, la voz en off, el pensamiento de Woody o la palabra de dios. Un argumento insulso rodeado de acciones de cama y enigmáticas cruzadas vitales que terminan por no explicar ¿qué es el amor?, la pregunta incial de la vida adulta y adúltera. Las ciudades españolas que aparecen en el film, Barcelona, Oviedo y Avilés, son una excusa para acotar las acciones a un lugar, una excusa cinematográfica de un autor con firma y sentido del humor.

En la película sonríes, aplaudes, ríes pero no te excitas. "Vicky Cristina Barcelona" ha dejado de sonarme extraño gracias a una perfecta estrategia de marketing del equipo Allen. Ya nada se salva de las malvadas alas de la comunicación encubierta, llamada vulgarmente publicidad.