3+1 = BERC


Momento estrellado de la función del TerratPack

Ayer, el auditorio del fórum de Barcelona dio la bienvenida a un cúmulo de personas que querían reírse mucho de los demás y muy poco de sí mismas. "Vaya público nacionalista", comentó Évole en su discurso cuando la gente aplaudió una frase simple y sin gracia sólo porque la dijo en catalán, y entonces nadie rio. Un silencio que podía cortarse con cuchillo. El escenario negro, primero compuesto por 4 músicos de jazz, y luego inaugurado por Buenafuente, Corbacho y Berto que dieron el pistoletazo de salida a la última función de la gira de El Terrat Pack. Más tarde llegó Évole, un 3+1 de la misma medida y la misma talla que salieron a escena con hambre de risas y ovaciones.
El primero en presentarse en sociedad fue Corbacho, el humorista no el ministro, como siempre dice José. Habló de su mujer, de su hijo y de su Goya. Además de explicar sus hábitos televisivos y de sus experiencias matrimoniales. El guión de Pepete, como lo llamaban sus padres, tenía muchos flackbacks bien recogidos. Jugó a tenis, a golf y nadó con el mismo sonido predefinido. Su voz dio paso a Berto Romero, un hombre con nombre y apellido que dijo "mierda" tantas veces como la gente la rió. ¿A que si yo escribo MIERDA no te ries? Berto evidenció obviedades como que las casas de su barrio están separadas por calles para mantener la intimidad de los vecinos: "casa/calle/casa", gesticuló. Y así, infinitamente homenajeó a su familia: a su abuela muerta, a su madre cocinera, a su hermano artista, a su padre corpóreo y a la puta que se folló a su tío, el poeta.
Su camino intermitente despertó tantos aplausos como Jordi Évole, o El Follo para los amigos de Bfn. Respondió a la que debería haber sido una pregunta retórica: "¿Qué tal follo?" porque quiere ser gamberro pero ya no te creemos porque tienes cara de buen tío, y desde la segunda fila se ve bien, muy bien. ¡Qué bien te quedaban los zapatitos de charol! Y al final llegó el turno de Andreu. Se acercó más al público, no rompió la barrera como José, pero en el escenario se convirtió en gigante. Fue un bello encuentro con el humor y la fama. Muchos chistes ya los había oído de su boca pero los rereí. Le vi intencionadamente pose de Pepe Rubianes. "La fama te cambia", dijo Berto y se refería a nosotros, al genérico y unificado público, "porque sois vosotros los que queréis una foto conmigo y perdonadme, pero yo todavía no lo entiendo". Las chicas lo ovacionaron a golpe de "guapo"... qué yo sí lo entiendo.
¡Ay... las fotos digitales, qué temazo! Mi vecina de butaca que no vio la función porque cuando no tiraba fotos, buscaba la opción de grabar o la de visualización de su minúscula cámara. Todo un reto para sus adentros y para los míos que tenía el cerebro dividido en dos: el escenario y el patio de butacas. Ella, mi vecina del 2/19 tenía tiempo de responder a los chistes, gritarlos, de cambiar las pilas de su cámara y de darme consejos de fotógrafa profesional. Lo mejor fue cuando yo hice lo propio y a través de mi pantalla digital dijo: "Dale al zoom que se ven muy pequeños". Salen como pueden ver en la foto de arriba, tampoco pretendía descubrir sus detalles íntimos. No pude ni reír el chiste ni responder a tal aseveración. Así que seguí descifrando qué manos y de qué mentes habían salido los cuatro excelentes monólogos que interpretaron los humoristas. Me sentí un poco terratrera.

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