Feliz domingo, de nuevo

Las viñetas de El Roto ilustran todos mis pensamientos

Esta semana de domingos cualquiera
llena de tardes libres parece
una sopa de primero,
una estación de autobuses repleta,
un huevo duro de dos yemas,
un jamón de plástico anticrisis,
un telediario autonómico que cierra,
un museo que no abre las puertas.
Un entierro sin deuda,
una noche en vela,
una hora eterna,
una batería duralex,
una comida casera.
Parece un cuerpo en redención,
el abrazo de una hija a una madre,
el saludo de un vecino en un bar de carretera,
un gato lavándose las pezuñas en el baño de señoras.
una poeta solitaria en la fría Villaviciosa,
una funeraria cerrada por defunción,
un almacén de escobas afligidas.

Esta semana de domingos cualquiera
saturada de tardes es como
la sala de espera de un hospital sin inaugurar,
la pista de aterrizaje de un aeropuerto sin vuelos,
la víspera de una biopsia adolescente,
una mano con tres dedos y
un ojo sin dioptrías.
Una cama de matrimonio para uno,
una maleta llena de recuerdos,
un vacío imaginado,
un bidé utilizado,
un pánico sin intereses,
una postal sin matasellos,
un ascensor sin espejo,
un sexo con amor,
una cita judicial aplazada,
una lágrima derramada por obras y
un chuletón de ávila para dos.

Unos parientes de Almodóvar del Río,
una escapada a Gijón,
las llaves de una casa con dueño y
un centro cívico de autogestión.
Un paseo por el rastro,
un tercero después del gol,
el disco duro de un mártir muerto,
el programa estrenado antes de hora en la 2,
el periódico de ayer en la basura y
un parchís de 8 fichas.
La oficina de turismo que no conoce la plaza 
que da nombre al poeta del pueblo,
un bar de 10 metros con dos televisores encendidos 
en el mismo canal,
un restaurante con una chimenea-calefactora con vistas al mar.
Yo quiero más tardes de domingos cualquiera.

PD: Texto escrito en Oviedo durante el puente de la constitución 2011.

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