Mascotas domésticas
Como todos los niños con infancia sana mantuve la ilusión por tener entre mis manos a una mascota. Mi primer vínculo con estos seres vivos, sin derechos ni obligaciones porque su grado de conciencia no se lo permite, fue un bebé pato. Mi regalo de reyes en el 88 fue un ave amarillenta y suave que intentaba auparse sin conseguirlo y yo una niña de cuatro años que triplicaba sus dimensiones. Recuerdo su casa de cartón y sus cacas por igual. Creció en poco tiempo y entonces comenzamos a jugar al "pilla-pilla" alrededor de la mesa del salón. Un día su pelaje dejó de ser brillante y su pico empezó a picarme. Así que desistí ante la presión de un tío lejano que lo engordó para cocinarlo. Nunca quise saber en qué celebración lo comí, aunque admito que su hígado y su carne es una de mis predilecciones culinarias a estas escasas alturas de mi vida. Nunca tuvo nombre.
Continué insistiendo y tuve dos tortugas de agua como mascotas. Habitaban una pecera convertida en isla desierta a la luz del sol y la luna en el balcón familiar. Las alimentaba con comida de pez y gambas liofilizadas. Sus caparazones verdosos con vetas amarillas y negras no envejecieron a mi lado. Una de ellas murió al suicidarse desde un tercer piso. Al descubrir su muerte, bajé corriendo 170 escalones hasta la calle y no encontré ningún detalle de su frágil vida. En familia volvimos a buscar una tortuga compañera y la perdimos en el coche. Un día encontramos su cadáver y la de la isla solitaria se murió de pena. Ahora que lo pienso con distancia, talvez murió de frío o de calor, ya que estuvo a la interperie durante un verano y su invierno. El trauma con estas sensibles mascotas fue considerable. Años más tarde, nos atrevimos con un canario que un día decidió ser libertino, seguramente la mano libertaria de mi padre tuvo algo que ver.
Ayer, 17/01/09, se celebró el aniversario de los animales y las bendiciones fueron a cargo de Sant Antoni Abad, nuestro barrio en la ciudad condal. Espinete, llamado también Son Goku, fue visitado por su protector. Los erizos se han convertido en animales domésticos que comen, mean, juegan y cagan sobre sus cuidadores. Mi objetivo es salvaguardar a la albina mascota del dolor de la noche. Nocturno e independiente mantiene intactas sus púas y su piel recién nacida. Por fin, una mascota con nombre reconoce mi olor y mi voz. Correteador entre pieles humanas como un librepensador de pienso.
Comentarios
l'erizó és molt guapo i ja està gran, no deixis de cuidar-lo per a conseguir tenir una mascota propia i totalment propia teva.
una estreta forta forta
Salut i una besada
llamj