3 de junio de 2008



- Un, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ... veintiséis, veintisiete, veintiocho,... ¿sigo?


El silencio le da la respuesta a la periodista que en breves minutos saldrá en pantalla y continúa: “Un, dos, tres, cuatro, ... vamos a llegar a los cien un día de estos” y la periodista pregunta: “¿está solucionado el tema del audio?”

- ¿Luis cómo lo tienes?, le pregunta el ayudante del cámara a un ausente a través de un walkie talkie negro.

- shuuuuuuuffff!!!

- Entramos.

El silencio inunda la sala y aparece una voz homogénea en pantalla.

- “En Madrid me dicen que no te ven, hay unas barras de colores”, apunta el ayudante en la conexión en directo desde Barcelona.

- "Aquí está todo perfecto”, asegura el cámara.

- “Yo no oigo nada”, dice la invitada y el caos desborda la situación.

- “¿Luis me escuchas?, dime algo”, suspira otro ayudante del cámara lejos del plató improvisado.

- “Llega todo bien” grita Luis por arte de magia y la periodista sin respirar repite la entrada, da paso a la invitada que suspira antes de intervenir. Dos preguntas para promocionar un libro que la escritora, fuera de antena, asegura que no compraría. El ritmo frenético de la televisión se contagia fácilmente y la presencia mediática aunque sea breve e insustancial es poder de aparición.

La invitada sacia su sed de mal y se siente más escritora, más famosa y más más pero continúa siendo igualmente vacía.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Vaya, vaya ....
es posible el caos ....
seguramente cuando pasa a los demás,

Sort i una besada

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