Encontré sus cartas
Retrato de la escritora Jane Bowles
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He realizado mi primera compra en internet. Fue tras una conversación sobre Jane Bowles en la que únicamente pude ser oídos. La escritora norteamericana que en el siglo XX quedó eclipsada totalmente por su marido, el célebre compositor y escritor Paul Bowles, del que recogió su apellido además de una adicción al alcohol y mucha inseguridad. Ella, joven escritora y escasamente prolífera, es “una leyenda moderna, una de las más originales y puras estilistas”, aseguró Truman Capote que terminó su declaración añadiendo: “mi única queja no es la calidad de sus obras, sino simplemente la cantidad”. Me atrevo a decir que además de escasas, son obras que han pasado desapercibidas en la historia de la literatura y que se encuentran con dificultad en las librerías. Busqué incesante sus “Cartas”, epístolas emocionantes que escribió cuando tras una hemorragia cerebral le quedó afectada el área de la lectura y la escritura. Jane Bowles sufrió en solitario y en una residencia malagueña la peor enfermedad que puede sufrir un escritor: quedarse sin palabras.
¡Esta historia de bellas palabras me persigue!
El primer libro que encontré de la escritora el mismo día que la conocí de palabra fue “Dos damas muy serias”. Su única novela es acelerada y controvertida según la época en la que fue escrita (1941), además de claramente lésbica. Tras una búsqueda incesante en la red encontré su biografía escrita por Millicent Dillion y publicada por “Circe” como la de Frida Kahlo, que actualmente se encuentra descatalogada. Tampoco estaba en unilibro, portal online donde las librerías españolas venden sus joyitas de segunda mano.
¡La dificultad de poder leerla me hizo soñar con ella!
Unos días después llegó su historia a mis manos sin querer. Entré con mi hermana en una tienda de comercio justo en el barrio de Gracia y junto a los bolsos hechos a mano, teteras de porcelana, cuadernos reciclados, comida ecológica, ropa de bebé y películas de contenido social, ¡el libro estaba allí, esperando ser leído! Era el único, lo acaricié y lo noté frío. Era un libro con el lomo maltratado. Me lo llevé. Ya en la caja, la dependienta, como yo hacía unas semanas, no conocía al biógrafo ni la biografiada, ni la editorial. Así que valoró el libro según su criterio de lectora “best-seller” y me lo rebajó al 50%. Un regalo que supe agradecerle.
Tras días de lectura, conocimientos aprendidos y viajes sin ida encontré sus “Cartas” en una librería de Buenos Aires que me aseguraba recibirlo en casa en menos de 10 días por $, € o pesos. Así que tras unos días de mailearme con la libretera argentina con la que establecimos una relación más allá de la puramente comercial, compré la obra. Fue mucho más reflexivo y menos impulsivo que cuando lo hago con los libros que manualmente sostengo en las librerías de la ciudad. Esta es mi primera experiencia de capitalismo virtual y seguramente por ello merece la pena ser contada. Cuando llegue a casa el ejemplar empezaré a leer lo que una escritora escribió cuando perdió las palabras en algún lugar de su mente hasta la muerte.
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